domingo, 1 de julio de 2012

Especial!

Hola Chicos! Como pudieron ver... la encuesta para el siguiente especial... Osea este. Está cerrada. No tuve internet ayer así que no empecé el especial. Pero ahora sí. Así que según ustedes:

¿De cuál pareja debería hacer el siguiente especial?

Annie Y Finnick!

Disfruten!

La Flor de Agua

Los Juegos son de las últimas cosas que se olvidan.
No he superado la muerte de Daren. Mi compañero de Distrito; de hecho, no he superado ninguna aunque no tenga la sangre en mis manos. Da igual cuando eres la Vencedora. Da igual cuando todo te parece muerte y peligro. Nada en su lugar y mucho menos tu antigua vida.
Siempre he querido distinguir los recuerdos de la realidad. Distinguirlo a él. Sobre todo sus ojos tan parecidos al mar. Su pelo brillante al atardecer cuando nada.
Pero todo es inútil.
No lo escucho. No lo veo y tampoco lo encuentro.
Sé que estoy loca. Los hombres de bata blanca me lo dijeron y lo estamparon en el brazalete plateado que llevo siempre en mi muñeca. Lo siento, aunque me da igual. No me entienden y no saben lo que se siente. Esas cosas que dicen son tan solo comentarios hipócritas de gente que considera lo que ve por fuera. Si tan solo me vieran por dentro. Verían cuando lo degollaron. Verían la presa hacerse pedazos y verían a todos y cada uno tratando de mantenerse a flote y el sonido de los cañonazos acabarlos uno por uno.
Estarían igual. O peor que yo.
Mis manos tocan algo siempre suave. Arena. Y mis ojos, perdidos tras aquellos gritos y sonidos de armas letales entrando en la carne de un chico, siempre ven el mar. Siempre recuerdan. Pero nunca saben hacerme caso y quedarse en solo un recuerdo bueno. Siempre vuelve a la muerte. Siempre vuelve a los Juegos.
Hola Annie.
Finnick. Finnick Odair. El chico más aclamado del Capitolio. El más guapo. El que ganó los Juegos a sus catorce años. El del tridente y las redes. El chico que siempre está a mi lado aunque nunca sé si es real o no. ¿Cómo puedo saberlo? Estoy… enamorada. Lo tengo siempre en mi mente. Aunque nunca pueda sonreír ante su recuerdo lo suficiente como para convencerme de que todo es pasado. De nuevo, los recuerdos me invaden desde cada ángulo. Rompiendo su sonrisa, su rostro, sus ojos.
¿Qué más puedo hacer?
Quisiera besarlo de nuevo. Quisiera acunarme en sus brazos y mirar el agua. Nadar y sonreír. Quisiera amarlo más. Quisiera que él también me lo dijera.
Una voz. Su voz es mi música de fondo que poco a poco logro distinguir con más claridad.
Está triste. ¿Dónde estás?
−… dicen que vas a estar bien. Yo lo creo también –no lo veo pero si lo escucho –Eres muy fuerte Annie. Eres fuerte, inteligente, valiente, dulce y… hermosa.
¡Oh! ¡Finnick! ¿Por qué tengo que estar atrapada en mi propia mente y no poder estar a tu lado? Decirte que te amo. Que eres mucho más de lo que todo Panem piensa.
De que te encantan las ostras, los azucarillos cuando estás nervioso, que pescas casi todo lo que comes, que odias el color amarillo, que le temes a las alturas, que sabes más de mí que yo de ti. Que para mí eres un dios. Que todo lo que digo en este momento es de verdad y me da tranquilidad. Que aleja cualquier pensamiento de muerte que pude tener que todo lo que necesito es estar contigo.
Solo eso.
− Annie… si me puedes oír. O por lo menos responder… hazlo –su voz se rompe – Estoy muriendo viéndote así. Yo…yo… quisiera que escucharas todo lo que digo. Que sintieras tu mano con la mía. Que sonrieras al menos.
La realidad me transporta a la playa del Distrito 4 otra vez. Finn tiene una red en su mano derecha y la otra en la mía. Sus ojos se iluminan cuando su mirada se cruza con la mía. Pero de repente, aquellos océanos líquidos se vuelven tristes y tormentosos.
− Annie… Por favor. Di algo. Lo que sea –su mano pasa por mi pelo colocándome una flor de color azul sobre la oreja –Mira… No lo soporto más. Te lo suplico.
Busco a tientas mis cuerdas vocales pero parecen haber desaparecido. Lo miro con tristeza y luego mi vista se vuelve al atardecer y al mar. Lágrimas ruedan por mis mejillas y no contengo nada. ¿Por qué ahora? ¿Qué hice yo? ¿Qué me hicieron? Mis manos pasan a mi cabeza y empiezo a acunarme con las piernas cruzadas antes de empezar a sollozar.
− Annie… No… Por favor… No –ruega desesperadamente Finnick -¡No me hagas esto!
Sus brazos me rodean pero aún sigo llorando.
− Annie… ¡No sé qué hacer! ¡Ayúdame! ¡Ayúdame a salir de esto! –su voz llora -¡Ayúdame a recuperarte! ¡No puedo vivir sin ti!
Mis labios tiemblan y mi expresión varía entre la desolación y el terror. Busco la calidez de sus brazos. Busco cualquier indicio de sus ojos. Busco algo a lo que aferrarme y no soltar nunca jamás. Pero si me sujeto a sus lamentos y los míos. Solo terminaré aún más atascada aquí.
− ¡Annie… Por favor… Te… Te amo!
Abro los ojos. Mi corazón da un vuelco. Mi espalda tiene un escalofrío. Mis piernas se tensan. Mis manos paran de temblar y las lágrimas se despejan.
¿Qué… qué dijo?
Me vuelvo hacia su rostro que tiene los ojos enrojecidos y lágrimas en las mejillas. Giro mi cuerpo y tomo su rostro entre mis manos. Finn me mira inquieto. Mi voz empieza a salir.
− Yo…Yo…t…Yo…también –respondí
En sus labios apareció una sonrisa y me besó.
Sus labios, húmedos por sus lágrimas aún me transportaron a ese universo que me daba tranquilidad. Volví en mí

2 comentarios:

  1. QuebonitoooooQuebonitoooo!!! Me encanta. Precioso. Me como a Finnick. GRRRRR FINNICK. Besos:)

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    1. Y eso que estaba medio dormida cuando lo hice! Finick + Azucarilos = MEGAULTRARECONTRACOMESTIBLE! :)

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