viernes, 29 de junio de 2012

Capítulo 1

Bueno, he terminado la edicción y la revisión del capítulo y la verdad estoy feliz con el inicio de la historia. Podrán ver que los capítulos son más largos y que ahora, en vez de alguna imagen caracteríastica del capítulo dejaré los títulos.
Empezaré hoy! Primer capítulo de EXPONENTIA!
La sección de personajes la actualizaré en cuanto regrese de mis vacaciones. Mientras tanto les dejo el inicio de esta historia y espero que la disfruten y que les guste!






Ciudad Oscura
14 de septiembre de 2001
Respetado Doctor:

Le envió en primer lugar, un cordial saludo dándole mis más sinceras condolencias.
Recibí su carta hace un par de semanas pidiéndome aquel favor del cual comentaré un poco más adelante. Es extraño y curioso que una pareja tan especial, en todo el sentido de la palabra si usted me lo pregunta, hubieran sucumbido a semejante accidente hace tan solo un año. 

La policía y el cuerpo de investigación me han enviado demasiadas cartas y en su mayoría bastante confusas de los hechos ocurridos y asociados a la muerte de Jeremy y Anna McClain. Muchas de estas, hablan de una especia de accidente con el cuerpo de tuberías de gas y ese tipo de cosas que hablan varios detectives que estuvieron en la fábrica días después del accidente; sin embargo tanto usted como yo, sabemos que ellos se equivocan y que están muy lejos de encontrar la verdad.
Lamento informarle que la presente falta de pruebas, tras la acusación del hijo de los McClain, Adrian de que lo que ocurrió fue un homicidio y no un desastroso accidente, ha dejado a la investigación corta por lo cual es necesario archivar y cerrar cualquier cosa relacionado con esta. La policía me lo informó esta misma mañana.

Es muy raro que los McClain no tengan registros familiares, esa es una duda personal que tengo desde que recibí en el banco la herencia que, cuando sea mayor de edad, le corresponderá al chico. Por ahora me permito recomendarle el Orfanato, El Último Camino que queda en el sur, es un edificio rojo. Allí encontré a Taylor, mi nueva hija.

Pero no nos quedemos en mis asuntos personales que le comentaré en nuestro encuentro en dos semanas. Me he permitido dejarle información de su favor para el final, así no le quedará duda de que puede dormir hoy tranquilo.

Está hecho y sin dejar rastro. Nadie sospecha en lo más mínimo de ninguno de nosotros. El paquete esta en un lugar seguro y muy lejos de aquí.

Bueno, dejaré los detalles ocultos para el encuentro.

Cordialmente

Demetri Lewis.


Adrian releyó la carta más de tres veces buscando aquel secreto que no podían hablar los que estaban involucrados. El abogado de sus padres: el doctor Nicholas Pietri y un miembro del cuerpo de investigación que trataban el caso de sus padres desde hacía ya once años. Demetri Lewis. 

Obviamente esa carta era de hace años, el papel amarillento, la tinta a punto de borrarse y el olor a moho proveniente no solo del trozo que tenía en sus manos. Sino de todo el cofre que le habían entregado esa mañana, luego de que Pietri fuera encontrado muerto en su departamento por su esposa. Fue un suicidio según le informaron a Adrian pero había algo que no encajaba en este rompecabezas. 

Su abogado –y de vez en cuando tutor- nunca había tenido razones para cometer semejante acto ni siquiera había mostrado indicios de un pésame de conciencia, si es que la tenía, pues puede ser que fuera la única persona con la que legalmente Adrian tenía cierto parentesco pero no se podía negar que era extraño y algo siniestro.

Luego de buscar en vano y sin respuestas, Adrian arrugó el papel y lo tiró al cesto de la basura en aquella esquina olvidada y gris de su habitación en el orfanato que compartía con su mejor amigo Nathan. Aquel gris pálido y ese verde enfermedad que pintaban las paredes y el techo, solo era un signo de lo deprimente que es, estar en un lugar como este. La puerta blanca y llena de grietas, con aquella perilla oxidada que solía ser plateada. Las dos camas de metal negro ligeramente tendidas y arregladas. La bombilla que colgaba del centro de la habitación titilando ligeramente. Aquella luz amarilla que se balanceaba cuando Nathan llegaba y cerraba la puerta de un portazo. Siempre de mal humor.

Adrian aún no sabía por qué él era su mejor amigo. El hecho de que fuera el único chico de su edad en todo el orfanato podría significar algo, pero había algo en Nathan que a Adrian, a pesar de su mal humor, siempre le había parecido confiable. 

Un portazo en la puerta le indico la entrada de su amigo. Adrian giró la cabeza hacia la izquierda, hacia la puerta donde pudo ver a su compañero de habitación de piel bronceada, fuerte, de cabello y ojos negros con su camisa empolvada de Metallica habitual y sus descoloridos vaqueros que ya tenían dos agujeros en las rodillas. 

― ¿Qué ocurrió ahora? –preguntó Adrian cerrando el cofre oloroso de su antiguo abogado.

― Chelsea de nuevo –respondió Nathan caminando hacia aquel pequeño refrigerador en su habitación que habían ganado en un bingo con la anciana del lado y tomaba una lata de Red Bull –Te juro que esta vez sí que se pasó. ¡Quiere que sea más detallista y atento!

Idiota.

― Bueno, creo que si lo dice es por algo, viejo –contestó Adrian.

No conocía demasiado a Chelsea, la chica rubia con aspecto de Barbie con la que Nathan tenía una relación de casi ocho meses. Uno después de la entrada de Chels al orfanato cuando su padre asesinó a su madre. Sin embargo tampoco era estúpido como para no saber que Nathan no era el chico más romántico ni el más comprometido en su relación.

― ¡Qué va a decirlo por algo! ¡Es una chica! –gritó Nathan tomando un sorbo de Red Bull –Nunca saben que decir. Solo quieren fastidiarnos.

― Bueno… Pues, es una chica con la capacidad de aguantarte todos y cada uno de tus desplantes –Nathan le gruñó –Bueno, pues… si estuviera en tu lugar lo haría.
 
― ¡Bah!  

Adrian hizo una mueca. No quería echarle más leña al fuego. Además Nathan estaba bebiendo un energizante. No muy astuto si estás de mal humor. Se levantó de su cama y tomo su pelota de baloncesto. No necesitaba decirle nada a su planta de enojo en aquella esquina. Tenía suficiente con el cofre como para preocuparse de Nathan y de su atisbo de relajación. 

Debería ir a yoga o meditación –pensó mientras cerraba la puerta detrás de él. 

Se sacudió los mechones rubios tratando de quitarse aquellas ideas de su cabeza. Solo necesitaba ir al patio trasero a ejercitar un poco. Quizá podría apostar con los pequeñines de quince años y ganarles un par de postres de la cena como todos los miércoles en la tarde; o solo estar fuera un rato, alejado de todo el drama de parejas entre Nathan y Chelsea.

Adrian suspiro.

El pasillo era aún más horrible que su habitación. Olía a humedad. Era oscuro y estaba lleno de agujeros y suciedad, aunque esto no parecía importarle a Adrian en lo más mínimo la mayoría de los días, cuando más de dos veces, cruzaba aquellos pasillos largos en busca de alguna noticia en algún lugar, sin embargo, hoy era diferente. Su oscuridad lo llenó de una sensación de miedo, incertidumbre y de que algo iba a ir muy mal.
Adrian se sacudió esas ideas de la cabeza y empezó a caminar hacia el patio central sin darse cuenta de que alguien muy pequeño y curioso lo miraba alejarse.


Al final de la tarde ya había ganado dos porciones de pastel de chocolate a dos chicos recién llegados de dieciséis años que se creían los veteranos en el baloncesto pero, al final –y como siempre –Adrian les ganó. Los chicos, impresionados, pidieron que le enseñaran alguna maniobra o un truco. Sin embargo en ese momento una cara conocida se le acercó a Adrian con la mirada triste y algo avergonzada.

― ¿Qué te pasa, Chels? –preguntó Adrian a la chica de pelo rubio y ojos verdes que vestía un jersey rosa y una falda color caqui. 

Obviamente era por Nathan, intuyó sin dudarlo. Siempre lo era y siempre acababa igual. Las relaciones estables e inestables de Nathan ya eran vieja historia y de la vieja escuela.

― ¿Puedo hablar contigo a solas? –Chelsea se escondió tras su largo cabello rubio y le hizo un gesto a Adrian quien se despidió de los chicos y empezó a caminar rápidamente hacia ella.

La siguió hasta una pequeña banca de madera color verdoso que se encontraba en aquel pequeño jardín de petunias que se marchitaban poco a poco. Chelsea se sentó sobre la banca ligeramente húmeda y Adrian, algo incómodo, se sentó a su lado. Ella se cubrió el rostro con las manos y una serie de sollozos empezaron a llenar el aire. Adrian movía impaciente su pierna en una mezcla de incomodidad e impaciencia. Al fin solo pudo ponerle una mano sobre el hombro en modo de consolación.

― Soy una estúpida caprichosa –sollozó Chelsea sin percatarse de nada.

Adrian no dijo nada. Creía que era mejor que ella se desahogara aunque no podía creer lo que Nathan había hecho con tan solo su habitual actitud de actuar como un petardo y un imbécil con esta chica que la verdad, solo estaba reclamando algo sensato. Adrian sintió un ligero pesar por ambos.

― ¿Qué ocurrió? –Preguntó Adrian -¿Qué te hizo el estúpido de Nathan esta vez?

El tono habitual de Adrian habría sido algo seco y frío pero ahora le hablaba a Chelsea como si fueran los mejores amigos.

Ella se secó las lágrimas con el dorso de la mano y se sorbió la nariz de manera casi graciosa antes de mirar a Adrian.

― No… no… él no tiene la culpa –Chelsea se pasó el dedo índice con la uña pintada de un color púrpura debajo de su ojo derecho 

Adrian levantó una ceja incrédulo.

― ¡El problema soy yo que soy demasiado egoísta y no pienso en él! –continuó ella casi gritando.

― ¿Te refieres a lo de ser mas detallista y eso?

― ¡Una estupidez, si! 

Adrian miró a Chelsea y puso los ojos en blanco.

― No es una estupidez. Nathan puede ser una mierda si se lo propone –contestó Adrian sinceramente –Y es mi mejor amigo.

Chelsea se volvió hacia él como si sus últimas palabras hubieran sido el inicio de lo que en realidad, ella quería de él. Debería haberlo dicho antes.

― Por eso necesito que me ayudes a que ninguna de las zorras de aquí me lo quite mientras se arreglan las cosas –Chelsea le tomo las manos casi rogándole.

Adrian se sintió confundido. Había muy pocas chicas allí. Solo estaban Chelsea, Tina, la nerd que se la pasaba todo el día en la biblioteca y Elena, la chica gordita y pecosa. O bueno, las de diecisiete. 

― ¿Zorras? ¿Te refieres a Tina y Elena? No creo que sean del tipo de Nathan –contestó él conteniendo la risa.

― No –Chelsea abrió más los ojos –Me refiero a las dos nuevas. Llegaron esta mañana junto con otros tres chicos. Son… bueno ya lo sabrás cuando las veas. Pero esas que son del tipo de Nathan y no quiero que las vea ni se les acerque.

Adrian de repente sintió un frío helado en la nuca. O quizá era la voz de Chelsea que solo trasmitía desesperación. Quería largarse de allí lo más pronto posible así que solo dijo la siguiente oración para calmar los humos de Chelsea y marcharse.

― De acuerdo, averiguaré quiénes son y no se le acercarán a Nathan.

Chelsea soltó algo parecido a un chillido mezclado con una risa. Que de repente solo se volvió un silencio, una cara de enojo contenida.

― Y hablando de zorras allí hay una –gruñó ella.

Adrian miró a una chica pequeña de ojos claros y melena rubia platinada con mechas rosas. Una diadema rayada verdosa le recorría el pelo. Traía zapatillas deportivas, calcetines rayados con colores fuertes, shorts y una camisa holgada con una frase: “Los hombres tienen sentimientos, pero a ¿quién le importa?”

Toda una chica punk.

Justo cuando iba a marcharse vio en los ojos color azul claros de la chica nueva un brillo extraño.

Un brillo color fucsia.


5 comentarios:

  1. BRILLO FUCSIA MODO ABIGAIL! Yujjuuuuu LO ADORO! Joder que ganas de seguir leyendo! En serio, eres una escritora buenísima Dani, tienes un don para esto! A ver, te cuento, Nathan me va a enamorar, Adrian tiene pinta de ser un buen chaval, Chelsea parece bastante mona pero un poco desequilibrada no? Y la chica nueva punk me gusta bastante... A ver a que lleva esto... La historia en general es alucinante, todo el misterio este de los padres y el abogado y las muertes ME FASCINA! Pues lo dicho Dani, sigue así MUACMUAC:)

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    1. Gracias! Creeme que estaba re nerviosa por este nuevo proyecto... Y todavía lo estoy!!! Y lo de los ojos de la chica punk, creo que debe ser la gemela perdida de Abigail!! En Serio!... Jajajaja :)

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    2. Pues no te digo que no! Ya me voy a poner a maquinar una historia tipo... La hermana de Abi era Galy y su padre Huntex y por eso la madre la tuvo que alejar para que su padre no la matara! Jajajajajajajjajajaja! Se me va la pinza...

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    3. Oh wow!! Tremenda historia... Yo ya tengo el nudo pero te voy a dejar con la intriga buajajajaja xD
      PD: Lo sé tengo problemas

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    4. Ya usare para algo la historia que he inventado en ese comentario... Jajaja pero no seas malvada! Vas a ser capaz de dejarme aquí esperando al siguiente sin ninguna pista? :(, me gusta como piensas jajaja

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