martes, 3 de julio de 2012

Capítulo 2

Pasado por redacción! No tuve que cambiar nada! Eso es bueno.... En fin aquí les dejo el segundo caítulo de Exponentia.
Quería darle las gracias a Queen A por su apoyo y sus comentarios... De verdad, son geniales y asombrosos. También quería que si alguien quisiera aparecer en la historia más adelante. Me lo dijera. (Queen A, tranquila tu ya estás en ella, es fijo).
Chicos! Por favor... quiero actualizar el reproductor... Así que les pido por favor que me den ideas! Qué les gustaría escuchar?
Ah! Y gracias por las 2000 visitas... Espero que les guste esta historia tanto como a mi me gusta escribirla.
Besos Hechizados!!






La hora de la cena transcurrió sin mayores inconvenientes, Adrian se sentó junto a Nathan que solo se encontraba tomando aquella crema de zanahorias que él ni se molestó en mirar.

No buscaba a nadie en especial para sentarse, claro que, ya era costumbre que los lados de Nathan en la cena estuvieran vacíos. No porque estuvieran reservados, sino porque nadie quería compartir con él más que un seco y a veces ausente saludo.

Uno de aquellos lados era para Chelsea, obviamente. Sin embargo hoy estaba vacío. Era a veces frecuente pero hoy Adrian pudo ver que estaba algo triste. Se sentó al lado de su amigo y lo saludó. Nathan solo levantó la cabeza como queriendo evadir algo más complicado y se volvió a concentrar en tomar aquel brebaje.

La Señora Giles, la directora del orfanato apareció en medio del campo visual de Adrian que lo único que quería era comer y largarse a su cuarto a dormir. Sin embargo, la directora suponía algún discurso o alguna introducción y fue allí cuando Adrian se dio cuenta de que hoy presentaría a los nuevos. Y aunque jamás habían ingresado tantos en un día. Cinco chicos entraron siguiéndole el paso a sus altos tacones negros y puntiagudos. Tres chicos y dos chicas, tal y como le había dicho Chelsea. Allí oculta tras un chico alto y delgado con anteojos. Adrian pudo distinguir a la chica punk de las mechas rosadas y de nuevo, aquel brillo fucsia que tanto le había llamado la atención.

― ¡Atención! –Gritó la Señora Giles –Tenemos a cinco nuevos chicos en el orfanato así que haré su introducción… ¡Nick! ¡Bájate de la mesa!

El chiquillo de trece años endureció el rostro y con un mohín en el labio saltó de la mesa de color marrón oscuro y se sentó cruzado de brazos.

La Señora Giles se limpió su falda con las manos y volvió su rostro hacia los chicos en aquel comedor que solía ser la sala comunitaria del edificio hasta que por cuestiones de la vida, su padre compró la propiedad y la convirtió en el único orfanato de Ciudad Oscura.

Su rostro estaba ya demacrado por los años, tenía unos cincuenta y dos. O los rodeaba. Siempre vestía de colores oscuros estampados en faldas hasta la rodilla y blusas que la hacían parecer casi una madre demasiado estricta aunque en realidad, ni siquiera se aparecía en el orfanato salvo una o dos veces por mes.
Su piel era ligeramente bronceada y su pelo caía en rizos color marrón oliváceo  hasta sus hombros. Tenía algunas arrugas y un maquillaje algo recargado. Sombras oscuras, labios pintados de rojo y mucho delineador en los ojos. Tenía la nariz algo alargada y los ojos de color marrón oscuro, casi negro que miraban con ferocidad las esquinas más alejadas y cercanas al gran portón, o bueno, a los chicos que estaban allí. Adrian jugueteó con el cuchillo sobre el mantel blanco hasta que Nathan hizo un comentario.

― Wow, al parecer las nuevas tienen potencial, ¿no te parece?

Adrian ni miró a su amigo ni a las chicas. Estaba hambriento y no quería que la comida se retrasara por una simple presentación. Estaba algo molesto.

― Me da igual –se limitó a decir continuando con su juego con el cuchillo

Nathan resopló y luego se dio la vuelta hacia los nuevos con repentina excitación en sus ojos. Quería saber sus nombres. Y no era de sorprenderse. Una chica linda, era igual a una nueva novia según Nathan.

―…Continuando con la presentación… ellos son: Caleb –dijo la Señora Giles señalando al chico alto, fornido de cabello negro y ojos verdes que parecía tranquilo y como si esto fuera una presentación escolar y no un orfanato. –Victor –el chico mediano de cabello rizado y marrón, con ojos color ámbar y que mascaba un chicle. –Allen –el chico flacucho de anteojos –Clea –la chica punk –y Melody.

Adrian dejó de juguetear con el cuchillo y miró a sus nuevos compañeros de desgracias. Se quedó pasmado con la chica que la Señora Giles señalaba.

Melody.

Tenía el pelo largo hasta la cintura peinado con cuidado con rizos en las puntas de un color marrón brillante. Su piel era cremosa y con un ligero rubor rosáceo en las mejillas prominentes. Su nariz era pequeña y respingada. Sus labios estaban cubiertos de un brillo color melocotón y sus ojos eran de un extraño color violeta.
Traía un vestido con estampado floral del mismo color que sus ojos y un saco holgado de color blanco.

Su expresión variaba entre avergonzada y triste. Adrian sintió la necesidad de abrazarla pero, conservando los estribos, solo se quedó y la contempló mientras algunas señoras empezaron a servir la comida. Un estofado de carne y una taza de arroz. Una porción de torta de chocolate y té helado.

Adrian no apartó la mirada de Melody hasta que esta desapareció junto con el grupo de los nuevos en la parte de atrás del comedor. O bueno, casi todo el grupo.

El chico de la goma de mascar: Victor. Se sentó junto a Nathan no sin antes dirigirle una mirada algo  furiosa a Adrian quien estaba alzando la cabeza buscando a Melody.

― Pensé que te daba igual –murmuró Nathan riendo ligeramente y llevándose una cuchara de estofado a la boca.

Adrian lo miró y entrecerró los ojos.

― Está bien, está bien… -Nathan alzó los brazos, rindiéndose –Te dejaré el camino libre porque eres mi amigo.

Nathan rió y le dio dos palmadas amistosas en el hombro. Adrian miró a Victor quien lo estudiaba con recelo mientras devoraba el pastel de chocolate y dejaba la cena a un lado.

Un escalofrío le recorrió la espalda a Adrian.

No te recomiendo acercártele –dijo una voz en su cabeza tan claramente que pensó que alguien le hablaba al oído.

La voz de un chico.

Pero que no era la suya.



En su habitación, Adrian se dio cuenta de lo organizada que estaba, el olor a detergente se le coló por la nariz y vio el suelo de madera oscura limpio pero lo que más le sorprendió fue ver una litera en vez de la cama de Nathan. Genial, tendrían que compartir habitación con alguno de los nuevos.

― ¡¿Qué?! ¡¿Y mi cama?! –gritó Nathan caminando hacia el armario y cerrándolo de un portazo -¡Nos quitaron el cajón de porquerías!

Adrian puso los ojos en blanco.

El cajón de porquerías era un solo contenedor de aquellas cosas asquerosas que Nathan calificaba de “increíble”. Un buen ejemplo aquella fritura en forma de “pistola” que estaba cubierta de salsa de queso y moho.

En ese momento se escucharon unos golpes en la puerta. Algo sordos pero al parecer era de su nuevo compañero.

El chico de anteojos, Allen estaba acompañado de Clea y Melody quien le dio un beso en la mejilla. Adrian miró la escena algo celoso y se centró en Nathan quien no hacía nada más que revolver los cajones buscando sus asquerosas pertenencias.

― Cuídate –le murmuró Melody con una voz dulce –Estamos al final del pasillo ¿está bien?

― Mel, basta… Deja de actuar como mamá –Allen lo dijo como un niño avergonzado –Estaré bien.

― Si estos idiotas te molestan ya sabes… -dijo Clea reventando la bomba de chicle que tenía en la boca.

Allen rió.

― Lo tendré en cuenta –dijo antes de que las chicas desaparecieran en el pasillo.

Allen era un chico flaco y alto, traía un jersey negro y una bufanda verde. Sus vaqueros parecían nuevos al igual que sus zapatillas Converse de cuero. Su maleta era de un tamaño razonable. Sin decir una palabra la colocó en la parte superior de la litera de metal.

― Wow, wow –interrumpió Nathan con un gesto en la mano –Primero me quitan mi cama y mis cosas por tu culpa y ahora ¿tienes el derecho de escoger?

Allen lo miró como un idiota antes de responder con otra pregunta.

― ¿Cuál es tu cama, entonces?

Nathan dudó y señaló la litera superior y se le acercó.

― ¡Ahora quita tus cosas, cuatro ojos! –le gritó

Allen frunció el ceño y puso su maleta en la litera inferior.

Adrian tomó a Nathan del brazo y le hizo señas con reproche y le dio un golpe en la cabeza.

― Me voy a hablar con Chelsea –gruñó Nathan antes de salir de la habitación. Obviamente cerrando de un portazo.

Adrian se tiró sobre su cama mirando la bombilla moviéndose. De nuevo el olor a detergente se le metió en las fosas nasales.

― Mal temperamento ¿eh? –dijo Allen sacando la ropa de su maleta y dejándola a un lado.

― Bah –respondió Adrian sentándose y mirando al recién llegado –No le prestes atención. Es así casi todo el tiempo.

Allen asintió con los ojos abiertos.

Se hizo un silencio algo incómodo.

― Ah, por cierto, soy Allen Carver –el chico le tendió la mano a Adrian.

― Adrian McClain –respondió su saludo.

― Bueno, por lo menos tengo un compañero de cuarto decente –comentó Allen.

― Sí ahora podrás decirle a tu novia y a su amiga que no nos den una paliza. O bueno, no a mí –las palabras salieron de la boca de Adrian sin pensarlo. Para su suerte a Allen no le importó.

― ¿Te refieres a… -cortó su oración y soltó una risa –O no, son mi hermana, Melody y su mejor amiga Clea. Creen que todavía necesito de su protección.

Esto alivió un poco los celos de Adrian. Sin embargo aumentó su curiosidad. Y aunque no supiera por qué, quería saber todo lo que pudiera sobre Melody.

― Si me di cuenta pero, tu hermana no parece realmente agresiva.

― No lo es. Es una pacifista, además de casi una hippie –respondió Allen riendo.

¡Qué fácil era! Adrian sonrió y agradeció que este nuevo chico fuera su compañero.

De nuevo unos ojos los observaban.

Unos ojos destellantes de color negro desde el otro lado de la ventana.

Y no tenían buenas intenciones

1 comentario:

  1. Dani! Que emocion!Muchas gracias por haberte acordado de mi! a ver, el capítulo me encanta! Es súper chulo, igual que el primero! La voz de chico... es telepatía fijo, alguien le habla con la mente! muajaja! Lo dicho, sigue así que me encanta leerte. Besos:)

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