Quería darle las gracias a Queen A por su apoyo y sus comentarios... De verdad, son geniales y asombrosos. También quería que si alguien quisiera aparecer en la historia más adelante. Me lo dijera. (Queen A, tranquila tu ya estás en ella, es fijo).
Chicos! Por favor... quiero actualizar el reproductor... Así que les pido por favor que me den ideas! Qué les gustaría escuchar?
Ah! Y gracias por las 2000 visitas... Espero que les guste esta historia tanto como a mi me gusta escribirla.
Besos Hechizados!!
La hora de la cena transcurrió sin
mayores inconvenientes, Adrian se sentó junto a Nathan que solo se encontraba
tomando aquella crema de zanahorias que él ni se molestó en mirar.
No buscaba a nadie en especial para
sentarse, claro que, ya era costumbre que los lados de Nathan en la cena
estuvieran vacíos. No porque estuvieran reservados, sino porque nadie quería
compartir con él más que un seco y a veces ausente saludo.
Uno de aquellos lados era para
Chelsea, obviamente. Sin embargo hoy estaba vacío. Era a veces frecuente pero
hoy Adrian pudo ver que estaba algo triste. Se sentó al lado de su amigo y lo
saludó. Nathan solo levantó la cabeza como queriendo evadir algo más complicado
y se volvió a concentrar en tomar aquel brebaje.
La Señora Giles, la directora del
orfanato apareció en medio del campo visual de Adrian que lo único que quería
era comer y largarse a su cuarto a dormir. Sin embargo, la directora suponía
algún discurso o alguna introducción y fue allí cuando Adrian se dio cuenta de
que hoy presentaría a los nuevos. Y aunque jamás habían ingresado tantos en un
día. Cinco chicos entraron siguiéndole el paso a sus altos tacones negros y
puntiagudos. Tres chicos y dos chicas, tal y como le había dicho Chelsea. Allí
oculta tras un chico alto y delgado con anteojos. Adrian pudo distinguir a la
chica punk de las mechas rosadas y de nuevo, aquel brillo fucsia que tanto le
había llamado la atención.
― ¡Atención! –Gritó la Señora Giles
–Tenemos a cinco nuevos chicos en el orfanato así que haré su introducción…
¡Nick! ¡Bájate de la mesa!
El chiquillo de trece años
endureció el rostro y con un mohín en el labio saltó de la mesa de color marrón
oscuro y se sentó cruzado de brazos.
La Señora Giles se limpió su falda
con las manos y volvió su rostro hacia los chicos en aquel comedor que solía
ser la sala comunitaria del edificio hasta que por cuestiones de la vida, su
padre compró la propiedad y la convirtió en el único orfanato de Ciudad Oscura.
Su rostro estaba ya demacrado por
los años, tenía unos cincuenta y dos. O los rodeaba. Siempre vestía de colores
oscuros estampados en faldas hasta la rodilla y blusas que la hacían parecer
casi una madre demasiado estricta aunque en realidad, ni siquiera se aparecía
en el orfanato salvo una o dos veces por mes.
Su piel era ligeramente bronceada y
su pelo caía en rizos color marrón oliváceo hasta sus hombros. Tenía algunas arrugas y un
maquillaje algo recargado. Sombras oscuras, labios pintados de rojo y mucho
delineador en los ojos. Tenía la nariz algo alargada y los ojos de color marrón
oscuro, casi negro que miraban con ferocidad las esquinas más alejadas y
cercanas al gran portón, o bueno, a los chicos que estaban allí. Adrian
jugueteó con el cuchillo sobre el mantel blanco hasta que Nathan hizo un
comentario.
― Wow, al parecer las nuevas tienen
potencial, ¿no te parece?
Adrian ni miró a su amigo ni a las
chicas. Estaba hambriento y no quería que la comida se retrasara por una simple
presentación. Estaba algo molesto.
― Me da igual –se limitó a decir
continuando con su juego con el cuchillo
Nathan resopló y luego se dio la
vuelta hacia los nuevos con repentina excitación en sus ojos. Quería saber sus
nombres. Y no era de sorprenderse. Una chica linda, era igual a una nueva novia
según Nathan.
―…Continuando con la presentación…
ellos son: Caleb –dijo la Señora Giles señalando al chico alto, fornido de
cabello negro y ojos verdes que parecía tranquilo y como si esto fuera una
presentación escolar y no un orfanato. –Victor –el chico mediano de cabello
rizado y marrón, con ojos color ámbar y que mascaba un chicle. –Allen –el chico
flacucho de anteojos –Clea –la chica punk –y Melody.
Adrian dejó de juguetear con el
cuchillo y miró a sus nuevos compañeros de desgracias. Se quedó pasmado con la
chica que la Señora Giles señalaba.
Melody.
Tenía el pelo largo hasta la
cintura peinado con cuidado con rizos en las puntas de un color marrón
brillante. Su piel era cremosa y con un ligero rubor rosáceo en las mejillas
prominentes. Su nariz era pequeña y respingada. Sus labios estaban cubiertos de
un brillo color melocotón y sus ojos eran de un extraño color violeta.
Traía un vestido con estampado
floral del mismo color que sus ojos y un saco holgado de color blanco.
Su expresión variaba entre
avergonzada y triste. Adrian sintió la necesidad de abrazarla pero, conservando
los estribos, solo se quedó y la contempló mientras algunas señoras empezaron a
servir la comida. Un estofado de carne y una taza de arroz. Una porción de
torta de chocolate y té helado.
Adrian no apartó la mirada de Melody
hasta que esta desapareció junto con el grupo de los nuevos en la parte de
atrás del comedor. O bueno, casi todo el grupo.
El chico de la goma de mascar:
Victor. Se sentó junto a Nathan no sin antes dirigirle una mirada algo furiosa a Adrian quien estaba alzando la
cabeza buscando a Melody.
― Pensé que te daba igual –murmuró
Nathan riendo ligeramente y llevándose una cuchara de estofado a la boca.
Adrian lo miró y entrecerró los
ojos.
― Está bien, está bien… -Nathan
alzó los brazos, rindiéndose –Te dejaré el camino libre porque eres mi amigo.
Nathan rió y le dio dos palmadas
amistosas en el hombro. Adrian miró a Victor quien lo estudiaba con recelo
mientras devoraba el pastel de chocolate y dejaba la cena a un lado.
Un escalofrío le recorrió la
espalda a Adrian.
No te recomiendo acercártele –dijo una voz en su cabeza tan
claramente que pensó que alguien le hablaba al oído.
La voz de un chico.
Pero que no era la suya.
En su habitación, Adrian se dio
cuenta de lo organizada que estaba, el olor a detergente se le coló por la
nariz y vio el suelo de madera oscura limpio pero lo que más le sorprendió fue
ver una litera en vez de la cama de Nathan. Genial, tendrían que compartir
habitación con alguno de los nuevos.
― ¡¿Qué?! ¡¿Y mi cama?! –gritó
Nathan caminando hacia el armario y cerrándolo de un portazo -¡Nos quitaron el
cajón de porquerías!
Adrian puso los ojos en blanco.
El cajón de porquerías era un solo
contenedor de aquellas cosas asquerosas que Nathan calificaba de “increíble”.
Un buen ejemplo aquella fritura en forma de “pistola” que estaba cubierta de
salsa de queso y moho.
En ese momento se escucharon unos
golpes en la puerta. Algo sordos pero al parecer era de su nuevo compañero.
El chico de anteojos, Allen estaba
acompañado de Clea y Melody quien le dio un beso en la mejilla. Adrian miró la
escena algo celoso y se centró en Nathan quien no hacía nada más que revolver
los cajones buscando sus asquerosas pertenencias.
― Cuídate –le murmuró Melody con
una voz dulce –Estamos al final del pasillo ¿está bien?
― Mel, basta… Deja de actuar como
mamá –Allen lo dijo como un niño avergonzado –Estaré bien.
― Si estos idiotas te molestan ya
sabes… -dijo Clea reventando la bomba de chicle que tenía en la boca.
Allen rió.
― Lo tendré en cuenta –dijo antes
de que las chicas desaparecieran en el pasillo.
Allen era un chico flaco y alto,
traía un jersey negro y una bufanda verde. Sus vaqueros parecían nuevos al
igual que sus zapatillas Converse de cuero. Su maleta era de un tamaño
razonable. Sin decir una palabra la colocó en la parte superior de la litera de
metal.
― Wow, wow –interrumpió Nathan con
un gesto en la mano –Primero me quitan mi cama y mis cosas por tu culpa y ahora
¿tienes el derecho de escoger?
Allen lo miró como un idiota antes
de responder con otra pregunta.
― ¿Cuál es tu cama, entonces?
Nathan dudó y señaló la litera
superior y se le acercó.
― ¡Ahora quita tus cosas, cuatro
ojos! –le gritó
Allen frunció el ceño y puso su
maleta en la litera inferior.
Adrian tomó a Nathan del brazo y le
hizo señas con reproche y le dio un golpe en la cabeza.
― Me voy a hablar con Chelsea
–gruñó Nathan antes de salir de la habitación. Obviamente cerrando de un
portazo.
Adrian se tiró sobre su cama
mirando la bombilla moviéndose. De nuevo el olor a detergente se le metió en las
fosas nasales.
― Mal temperamento ¿eh? –dijo Allen
sacando la ropa de su maleta y dejándola a un lado.
― Bah –respondió Adrian sentándose
y mirando al recién llegado –No le prestes atención. Es así casi todo el
tiempo.
Allen asintió con los ojos abiertos.
Se hizo un silencio algo incómodo.
― Ah, por cierto, soy Allen Carver
–el chico le tendió la mano a Adrian.
― Adrian McClain –respondió su
saludo.
― Bueno, por lo menos tengo un
compañero de cuarto decente –comentó Allen.
― Sí ahora podrás decirle a tu
novia y a su amiga que no nos den una paliza. O bueno, no a mí –las palabras
salieron de la boca de Adrian sin pensarlo. Para su suerte a Allen no le
importó.
― ¿Te refieres a… -cortó su oración
y soltó una risa –O no, son mi hermana, Melody y su mejor amiga Clea. Creen que
todavía necesito de su protección.
Esto alivió un poco los celos de
Adrian. Sin embargo aumentó su curiosidad. Y aunque no supiera por qué, quería
saber todo lo que pudiera sobre Melody.
― Si me di cuenta pero, tu hermana
no parece realmente agresiva.
― No lo es. Es una pacifista,
además de casi una hippie –respondió Allen riendo.
¡Qué fácil era! Adrian sonrió y
agradeció que este nuevo chico fuera su compañero.
De nuevo unos ojos los observaban.
Unos ojos destellantes de color negro
desde el otro lado de la ventana.
Y no tenían buenas intenciones
Dani! Que emocion!Muchas gracias por haberte acordado de mi! a ver, el capítulo me encanta! Es súper chulo, igual que el primero! La voz de chico... es telepatía fijo, alguien le habla con la mente! muajaja! Lo dicho, sigue así que me encanta leerte. Besos:)
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