miércoles, 20 de junio de 2012

Capìtulo XXVI

El primero de los 5 últimos capis. Espero que lo disfruten!


Aquel teatro donde había pasado mi último día antes de ingresar a la arena, donde había respondido preguntas sonsas, había bailado con él, había visto el rostro alterado del público y donde ahora mismo. Tendría que ver la muerte de cada chico. A Nik y a Liam. Las dos que divisé con mis propios ojos. Tendría que responder preguntas que buscaban hundirme y tendría que responder buscando que la suerte, que me había salvado de la mortalidad de la arena, siguiera conmigo.
― ¿Estás lista? –murmura Dima tomándome del brazo. Sirviéndome como soporte debido a mi debilidad.
Asiento y miro mí vestido oliva y mi piel que no adquiere aquella tonalidad rosácea que espero, sino que, por el contrario, se vuelve más pálida a medida que los minutos avanzan.
Tranquila –murmuro en mi interior y empiezo a respirar hondo.
―Recuerda que por más horripilantes o siniestras que sean las imágenes, todo es pasado y esa, es tu parte más oscura que solo quería vivir –dice Dima aunque no sé si la última parte de aquella oración iba dirigida a mí en realidad.
Un chico con el cabello púrpura y pestañas amarillas nos indica que es hora de que Dima se vaya y haga mi entrada.
― Listos en 3..2..1
Instintivamente no puedo evitar pensar que de nuevo estoy en la Cornucopia, que tengo que correr y tomar un arma para empezar a diezmar Tributos. Solo una mano firme, la mano de Nial. Logra tranquilizarme.
Todo está bien –dicen sus labios antes de que aquel elevador metálico empiece a descender hacia el escenario. Me sorprende que no sean aquellas placas en el suelo que suben con el triunfador. Sino  al ser dos vencedores y de nuevo por “la especialidad de los Juegos”. Optaron por dos columpios de metal a cada lado del escenario y que bajan con los vencedores.
Light y yo.
No giro mi cabeza hacia su columpio metálico sino que me concentro en la voz de Zacharie, aquel presentador con mechas amarillas en el cabello. Ahora trae un traje morado metálico y su micrófono está lleno de espejos así que brilla demasiado.
―… Y como ustedes los conocen… ¡Los Triunfadores! ¡Los amantes de la arena! ¡Los ganadores de los Décimos Juegos del Hambre! ¡Ivy Aurum y Light Dialland! –luego de nuestra presentación la gente se levanta de sus asientos y aplaude.
En ese instante ya estoy tocando el escenario con mis zapatos. Me giro hacia mi izquierda y lo veo de nuevo. Trato de contener las ganas de abrazarlo y besarlo pero no puedo. Nos miramos un rato antes de empezar a correr hacia el otro.
Lo abrazo tan fuerte que me duelen los brazos. La multitud, entre aplausos y ruidos que me hablan para decirme que es una escena bastante tierna, parece feliz. Y yo también. Nos separamos y nos tomamos de las manos antes de ir a aquel sillón doble de tela sedosa donde Zacharie nos espera. Sonrió ocultando aquellos miedos que me invadieron durante las últimas horas. Miro a Light y todo parece diferente.
― Bueno… ¡Bienvenidos, Vencedores! –nos saluda Zacharie mientras apoyo mi cabeza en el hombro de Light ―Nos alegra tenerlos aquí a ambos… ¿cómo se sienten?
Nos miramos mutuamente hasta que Light responde primero.
― Es extraño… quiero decir, fue una experiencia demasiado diferente al simple hecho de ver los Juegos desde casa…
―… Además nunca pensamos en ese cambio abrupto de las reglas y todo lo que conllevó ese cambio –continuó yo.
Zacharie se acomoda en su silla antes de volver a hablarnos.
― Eso es seguro –carraspea –Y eso sin mencionar su historia en la arena. Veámosla.
Los grandes monitores que cuelgan de las paredes empiezan con una banda sonora algo siniestra y con tomas de cada Tributo en la Cornucopia, antes del baño de sangre. Nos enfocan a Light, a Dan, a Liam, a Nik –quien me trae un recuerdo muy doloroso que contengo en el nudo en mi garganta –y a mí.
Hacen varias tomas de las muertes de los chicos en el baño de sangre. Y es allí cuando veo la expresión monstruosa de mi rostro mientras mato a una de las chicas. Casi gruñendo y con ligeras manchas de sangre sobre mi rostro. Veo a los demás asesinar y espero que el maquillaje oculte mi palidez. Tengo la cara forzada en una expresión sólida que veo reflejadas en aquella pequeña parte de la pantalla dedicada a ver nuestra expresión mientras vemos aquel espectáculo. Hacen ligeras pausas emotivas en las muertes de Hilly y en nuestra huida. Luego en nuestra estadía en la colina y de repente el paisaje se vuelve oscuro y veo a Seth agitado. Ruidos de ramas y demás solo dicen que está a punto de ocurrir. Dan sale de un arbusto y sin pensarlo, le clava su tridente en el corazón.
Traidor –susurra antes de dejarlo en el suelo y escuchar el cañonazo.
El encuentro con Nik le sigue a esa imagen. El chico buscando agua y luego siendo golpeado hasta que por suerte del destino se encontró con nosotros. Lo curo, lo cuido y el resto transcurre entre Light y yo. No parece nada fingido, sino un amor natural que crece y luego no se contiene.
La multitud se asombra cuando Liam, Dan, Light y yo nos juntamos y peleamos dejándome a mi herida. Veo la desesperación de Light y los cuidados de Nik. Veo la muerte de Mia. Su dolor y su alivio cuando Light le clavó su espada en el corazón. Cuando desperté, el anuncio, Liam y su muerte, La de Nik y seguido el último enfrentamiento con Dan. Mi habilidad y su miedo. Ambas inconscientes cuando Light aparece entre las ruinas y corre hacia mí. Suena el cañonazo pero no se sabe quien murió. Nos suben a los tres al Aerodeslizador y es allí cuando termina el video. Mientras me tratan la herida y Light trata de apartar a los Agentes de Paz que lo retienen.
 Las luces vuelven a ser cálidas y la gente aplaude. Sonrió pero por dentro estoy sintiéndome la persona más desgraciada del universo.
Light toma mi mano queriendo decirme que él se siente igual.

El resto de la entrevista transcurre lentamente. Preguntas como nuestro futuro, lo que pasará en el Distrito 1, en el próximo Tour de la Victoria. En esas cosas que solo me hacen sentir peor. Desde ahora seré un títere en su espectáculo.
Nos llevan a la Coronación donde Aurellius Snow nos recibe con su traje tan negro como el carbón y dos coronas de oro ya preparadas. Su rostro es de unos cincuenta años. Su pelo es canoso y sus ojos están delineados con blanco lo que resalta sus iris verdosas. Nos coloca las coronas y nos felicita al igual que la gente del Capitolio. Corremos hacia nuestro equipo y les damos las gracias. Volvemos a ver a Carmel y a su pelo naranja brilloso quien nos conduce al tren de regreso a casa.
Ahora empieza la odisea.
Mi nueva vida.

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