lunes, 18 de junio de 2012

Capítulo XXV

Bueno, recien escrito y antes de irme a dormir. Les dejo el Capi 25, Disfruten!




El cielo es bastante claro aquí.
Todo ha cambiado pero a la vez nada. Veo todo diferente y a la vez mis ojos no han cambiado mucho. Siguen siendo marrones y siguen en mí.
Mi pelo ha crecido bastante. Ahora me llega a la cintura… Pero… Siento un vacío en mi estomago y en el corazón.
¿Qué ha ocurrido?

 
Despierto desorientada en un cuarto blanco y lleno de un olor a óxido, sangre y suero. La luz del techo me hace volver a cerrar los ojos en un acto por protegerme de su gran resplandor.
No estoy muerta después de todo.
Me duele el abdomen, no veo nada a causa de una bata molesta de color marino, y tan delicada que podría ser de satén y no sería nada extraño. El Capitolio  está acostumbrado a ese tipo de cosas.
Mis oídos no funcionan como deberían, un pitido continuo me llena la cabeza y la hace doler aunque cuando trato de llevarme una mano para examinarla. Un gran obstáculo me detiene. Estoy sujetada a la camilla.
Resoplo y empiezo a recordar cada acción con detalle. Cada muerte y cada cosa que puedo y que me diga algo del cómo y por qué estoy aquí. Tengo entendido que es para los heridos de gravedad o los mentalmente inestables. Quizá haya calificado como una luego de quedar inconsciente o luego de ser la chica más llorona en toda la arena. Quizá en las dos. Sería entendible.
Un montón de aparatos me destrozan la nube de pensamientos y me hacen reaccionar de una manera espantosa. Tubos saliendo de mis muñecas, cables conectados a mi cabeza y varios aparatos que con horribles sonidos hablan del estado de mi cuerpo… Como si ya no lo supiera yo.
En ese instante logro ver a un avox acercarse con una bandeja de metal y dejarla sobre una mesita a mi derecha. No le pregunto nada. No me puede responder de todas maneras. La veo desaparecer detrás de una puerta metálica que casi parece impenetrable desde mi condición. Suelto un largo suspiro y trato de alcanzar la bandeja lo cual, luego de varios intentos, logro alcanzar pero me asombra bastante es el hecho de que la comida parece escaza en aquella metrópoli que parece tenerlo todo. Aunque sé que esta excepción de exuberancia solo es por mí y mi delicado estómago que podría vomitar aquellos panecillos y aquel estofado antes de los juegos. Un plato blanco con una sopa cremosa de color amarillo, un panecillo salado y un vaso de agua.
Empiezo a tomar pequeños sorbos de la crema amarilla que aún está muy caliente para que la tome normalmente. Es rica, luego de diez sorbitos me doy cuenta que es de cebollas. Empiezo a roer el panecillo con movimientos robóticos y sincronizados buscando a la única persona que empieza a preocuparme ahora.
Light.
¿Piensa que morí? ¿Sabe él que estoy aquí? ¿Dónde está? ¿Está bien? Muchos interrogantes, pocas respuestas concretas. Termino llena y algo ansiosa. Pero justo cuando siento que mi cuerpo es liberado. Un olor penetrante a vapor y esencias, hace que cierre los ojos de golpe y que en los siguientes minutos de mi sueño forzado piense solo en él y en cómo será cuando lo vuelva a ver. Pero luego de tantos nudos en mi cabeza empiezo a percatarme que no es al único que le debo explicaciones de algún tipo.
De regreso a casa, están mi madre y Kirk.


Salgo dos días después con la apariencia más o menos saludable del brazo de Melanie. Su sonrisa demuestra una bienvenida más cálida que cualquiera. No quiero preguntar nada de los Juegos. Son ya un episodio en mi memoria que tengo lo suficientemente claro luego de varios días de haberlos revivido mientras estaba sedada.
Sin embargo no puedo negarme el poder preguntarle sobre Light, aunque no sea su estilista, es su hermana y tendrá que saber algo de él. La más mínima información podría calmar ese dolor en el pecho que siento. O por lo menos apaciguarlo mientras lo vuelvo a ver.
― Tienes noticias de… -la voz se me apaga y se desvanece. Perdí mucha sangre gracias a la herida de Dan y aún sigo débil, debo tomar un medicamento para no desfallecer en la entrevista de esta noche. Lo bueno es que voy a estar sentada todo el tiempo.
Melanie sin embargo, logra entenderme y luego responde:
―En realidad, quedó bastante perturbado cuando tu y Dan… -corta esa parte desagradable que en mi memoria solo se revive una y otra vez ―Estuvo en recuperación al igual que tu, le dieron de alta ayer pero pasó a visitarte cuando estabas sedada. Se quedó contigo y no se fue hasta la madrugada.
Sonrío con tristeza y pienso en su rostro un minuto. En todo lo que vivimos en cada cosa que nos pasó. Al principio mis sentimientos por él eran confusos y yo misma me los negaba hasta que por fin no me pude contener. Así empezó y no quería que terminara.



Melanie me conduce a un gran salón donde empieza de nuevo mi proceso de transformación. Me quedo dormida sin embargo la depilación me hace despertar de golpe. Melanie quiere cambiar un poco el estilo que usé antes de los juegos así que cuando es hora de mi vestido me pasa uno de color verde. Es hermoso con tela vaporosa en la falda y un lazo en mi cintura de un color metal. Mi pelo está cepillado y las puntas están hacia afuera. Melanie me hace flequillo y me coloca el collar de L y un par de brazaletes con las palabras Valentía y Amor. Dos cosas que me salvaron la vida.
Una ligera capa de maquillaje con mascara, rubor melocotón y brillo rosa pálido termina convirtiéndome en alguien diferente. En una victoriosa, en una ganadora y vencedora pero sobre todo, me hace ver bella aunque por dentro esté lamentándome las muertes que causé.
Melanie me besa las mejillas y me conduce hasta Loren. Le doy un abrazo rápido y le sonrío. Él llora y me hace un nudo en la garganta. Le susurro un “Te quiero” antes de volver a los brazos de Dima quien me conduce hasta un largo pasillo.
Es hora de brillar otra vez.



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