Light sale de la carpa con rapidez.
Mira el cielo hasta que se vuelve a mirarme con la expresión fría.
− Seth está muerto –dice.
Abro los ojos y trago saliva con
dificultad. Dan está persiguiéndonos a nosotros, los traidores. Me estremezco
al pensar en la fase sádica de la que me habló Light de Dan. Imagino sus ojos
sangrientos asomarse por la montaña, trayendo consigo un aroma a muerte y
desespero. Una presencia que me causa miedo. Peligrosamente sádica y vengativa.
Light entra de nuevo en la tienda y
escucho lo que parece un interruptor. No tengo tiempo de preguntar para qué
sirve pues escucho gritos a lo lejos.
− ¡Te digo que vi una fogata aquí!
¡Esas sabandijas asquerosas deben estar por aquí! –los gritos de Dan me hacen
estremecer más. Siento a Light muy cerca de mí. Sus brazos lentamente me acunan
contra él y me siento más segura pero no del todo.
− ¿Cómo estas tan segura? Viste toda
esa niebla. Fue un golpe de suerte cruzarnos con Seth de camino a las ruinas
–la voz de Liam es calmada pero ansiosa.
− ¡Mira! -los pasos se hacen más fuertes. Nos van a
ver -¡La ceniza aún está caliente!
− Deben haberse marchado en cuanto
escucharon el cañonazo –murmura Liam.
− También deben saber que andamos tras
su pista –añade Dan con la voz sombría.
− Creo que si se llevaron tanto no
deben estar lejos de aquí –Escucho la respiración de Liam agitada y cortada.
Un bufido malicioso proveniente de Dan
me hace estremecer.
− Pido matar a Ivy. ¿De acuerdo? –dice
ella
− Está bien –suspira Liam –Vamos
Los escucho marcharse con el corazón
en la mano. Me siento indefensa con ellos cazándonos de noche mientras que
Light y yo no tenemos otro plan que ejecutar.
Me percato que mi cabeza está sobre su
pecho. Escucho los latidos de su corazón. Rápidos y constantes. Cierro mis ojos
y disfruto su sonido. Me aterra la idea de que se pueda detener para siempre.
− ¿Estás bien? –susurra.
Asiento.
Él se empieza a retirar de mi lado
pero yo lo detengo.
No
te vayas
–le suplica mi interior.
Y así lo hace. Nos quedamos ambos
protegidos por los brazos del otro en medio de la oscuridad.
Despierto a la madrugada luego de una
pesadilla. Me empiezan a invadir los recuerdos de la sangre en mis manos que
poco a poco se vuelven criaturas viscosas que se van en mi contra. Tengo un
sudor frío en el rostro pero también unos brazos rodeándome. Light.
Suspiro y me quedo allí. Pensativa.
Seth está muerto y otros doce también.
Ya estarán en casa. Recibiendo los llantos desesperados de quienes querían que
sobrevivieran. No es una idea muy satisfactoria ahora. Pero ojalá estuviera
entre ellos. Ya en casa.
Pienso en mi madre, qué estará viendo
ahora. Seguramente a mí. Tengo la expresión ida y los ojos abiertos. Soy quizá
la única. Pienso en Loren. ¿También me estará viendo? ¿Y Melanie? Dima y Nial
nos han enviado solo el veneno aquello. ¿Qué más nos darán?
Escucho las respiraciones de Light.
Otro sonido reconfortante. Escucho que se sobresalta y luego suspira.
− Hola –susurra en cuanto me giro
hacia él con aire perezoso.
− Hola –respondo y sonrío – ¿Buena
noche?
− Casi no, estas pesadillas me están
matando –dice él.
− A mí también –añado –Son tan vivas.
A veces pienso que se adentran en nuestra mente y hacen eso.
Él me toca la parte alta de la cabeza
y yo cierro los ojos. Sus dedos recorren mi coronilla, trazando una pequeña
línea. Me siento tan bien y complacida que podría quedarme así por el resto de
mi vida.
− No entiendo –dice él luego de un
rato
− ¿Entender qué? –murmuro confundida
− El por qué me importas tanto. Por
qué me preocupo tanto por ti –susurra.
− Yo tampoco creo tener esa respuesta
–digo.
Él suspira.
− ¿Qué hay en ti, que me hace bajar la
guardia? –susurra y yo abro mis ojos.
Su rostro esta tenuemente iluminado,
su rubio cabello tiene ligeros brillos dorados. Su rostro refleja un
sentimiento de confusión y añoranza. Su mano se desplaza a mi mejilla. Siento
que me ruborizo. La gente del Capitolio debe estar sentada esperando algo.
− ¿Por qué tengo que pensar en ti todo
el tiempo? ¿En el Show de Talentos? ¿Los Entrenamientos? –Continua –Todo sobre
ti.
− ¿Por qué me rechazaste el otro día?
–pregunto. Conozco la respuesta pero añade más entusiasmo a la escena.
− Porque creí que no era real. No
podíamos sentir eso en tan poco tiempo –responde.
− ¿Y ahora?
− Ahora no sé qué pensar –susurra.
Él se va acercando lentamente, siento
el latido de mi corazón bombear sangre a cada parte de mi cuerpo con una
velocidad y vivacidad infinita. Su aliento sigue siendo el de aquellas manzanas
verdes y su presencia tan cercana solo lo hace más fuerte. Me quedo quieta, su
mano está ahora en mi cuello. Siento una corriente eléctrica y me siento a
salvo por primera vez en estos dos días. Todo lo que necesito está aquí y nada
más puede llenarme.
Sus labios tocan los míos lentamente,
como si esperara mi reacción. Eso me hace recordar nuestro primer beso en el
Capitolio. Lo inesperado, no planeado pero quizá el más deseado de todos. Le
devuelvo el beso y toco su brazo.
Somos libres al fin de este juego de
apariencias.
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