miércoles, 28 de noviembre de 2012

Capítulo 5 + Compensación

Ok chicos. Se que soy una ingrata, lo se. Pero no me culpen a mi. Culpen a aquellas fuerzas malignas y despreciables camufladas de escuela por retenerme como su prisionera durante 8 meses. Ellos deberían ser masacrados por Jace, Jacob, Edward, Alec y Simon.
*Un ejercito de sexys vampiros, cazadores de sombras y hombres lobo a rescatarme del aburrimiento* (Lo se, demasiado irreal)
Lo bueno es que ya libre de mi prisión y feliz de que aprobé todo. Vuelvo a ustedes con el siguiente capítulo de Exponentia y en compensación el trailer de !Ciudad de Hueso! para quien no lo ha visto.
Pronto subiré un video de mí opinando sobre esta pelicula que promete ser memorable!!!

Disfruten...





El agua golpeaba la espalda de Adrian. Mientras que su brazo se apoyaba firmemente en la pared de en frente.

Llevaba casi media hora con el chorro de agua fría sobre su piel bronceada pero por otra parte, era la única manera de pensar con tranquilidad y dejarse llevar.

Tenía la cabeza revuelta por muchas cosas. La carta, el cofre, Nathan, los chicos nuevos, Clea, Melody y el libro. Eran muchas cosas en menos de un día. Y eso sin mencionar lo extraño que se sentía esa mañana.
Sus pensamientos variaban entre preguntas normales sobre lo que pudo ocurrir para que Allen no cumpliera su “objetivo” hasta las hipótesis más extrañas de cómo los ojos azulados de Clea brillaban de esa forma cada vez que lo miraban. ¿Eran alucinaciones suyas? ¿Algún pensamiento extraño que se colaba en su mente para torturarlo? ¿Algún tipo de visión que le hacía ver que cada día que pasaba, la realidad se volvería más extraña?

No podría ser nada de eso. No estaba loco, de eso estaba convencido, pero aún así con su cordura intacta no podía cuestionarse aquella cosa antinatural. Porque no era normal ¿cierto?

Adrian cerró la llave y de repente aquel chorro de agua se volvió tan solo pequeñas gotas sobre su piel. Sin embargo, ni se inmutó. Siguió sumido en sus pensamientos y sobre todo estaba concentrado de nuevo en aquel libro.

…Existieron diferentes grupos de hechiceros y magos durante varios periodos. Muchos de ellos, fueron perseguidos en la Inquisición y en periodos previos a esta…

…Varios de los principales magos se empezaron a llamar dependiendo de sus habilidades y de las capacidades que podían tener sus poderes…

…Los Protecta. Los magos encargados de proteger a los demás grupos de cualquier amenaza que los aceche. Manejan todos los elementos y son capaces de canalizar fuentes de energía para liberarlas en hechizos de protección e invocación.

…Los Natux. Guardianes de la naturaleza, manejan los cuatro elementos sin embargo concentran su poder en uno en especial. Normalmente manifiestan una conexión con su elemento de manera significativa. Se encargan de controlar el equilibrio entre lo natural y lo sobrenatural.

…Los Magicka. Sirvientes de los Protecta. Son de agudos sentidos, manejan conexiones con el día y la noche. Dependiendo de su maestro.

… Los Dar…

− ¿Adrian? –una voz simple y dulzona se coló por los azulejos. Una voz que dejó frío a Adrian en la ducha.

La voz de Melody.

− ¿Adrian? ¿Estás ahí? –preguntó aún más fuerte

Adrian se quedó quieto. No quería decir nada. Había sido bastante extraño lo de esa mañana y no quería explicarle a Melody su comportamiento con tantas cosas en la cabeza.

― ¡Vámonos Mel! Ya debió haberse ido –Clea dijo haciendo sonar como mascaba un chicle.

Un silencio.

―… ¡No hagas eso! Además Mel, es demasiado pronto. No creo que lo crea, en serio –sus zapatillas resonaron en el suelo de azulejos.

― Es un tarado de todas maneras –una voz masculina, al parecer de Victor –No entendería ni porque se lo explicaras con dibujitos

― ¡Pues tarde o temprano tendrá que entender! –le gritó Clea.

― ¡Oye! Solo trato de hacer nuestro trabajo. Tenemos un mes de todas maneras –respondió Victor.

― ¡Eres un perezoso pedazo de idiota! –Clea parecía realmente molesta.

― ¡Ya basta! –Gritó Melody –Clea tiene razón. Tenemos que esperar.

Uno tras otro, los tres pares de zapatos desaparecieron en el eco del pasillo del baño. Adrian estaba petrificado ante esa discusión tan extraña. No conocía a Victor salvo por su mirada asesina en el comedor la noche anterior y de cómo después. Su voz se le metió en la cabeza –porque ahora no tenía duda. La voz en su cabeza pertenecía a Victor.

Adrian tomó su toalla y se la anudó a la cintura antes de correr aquella cortina gris plástica y caminar dando pasos pequeños con la conversación en su mente como si fuera una canción que se repite y se repite. No entendía qué hacían esos tres buscándolo. Que él supiera, nunca había hablado con Clea ni con Victor, solo había cruzado miradas con ellos quienes a su vez, respondían de maneras muy extrañas: una con los ojos antinaturales –demasiado –y el otro, metiéndose en su mente. Y pues… Melody. Ella le había hecho una lección de reacción esa mañana y había preguntado su nombre al parecer.

No tenía ninguna relación para que él estuviera en sus conversaciones. O bueno, eso creía.

¿Qué tendrán que explicarme que sea tan urgente? –pensó.

Su mente variaba entre si querían explicarle la reacción que tenían los ojos de Clea cada vez que se cruzaban con los suyos. La atracción que sentía por Melody desde que la vio o cómo diablos Victor le había advertido no acercársele a Melody sin ni siquiera abrir los labios.

Cualquiera que fuera lo que tenían que explicar. Estaba relacionado con él en un nivel que no se podía creer.



En la radio sonaba Paradise de Coldplay. Nathan miraba al techo mientras lanzaba una pequeña pelota al aire y repetía el proceso.

Adrian estaba con una lata de Coca-Cola en la mano mientras que en su mente trataba de concentrarse en los acordes de la música.

Allen había escondido el libro. Estaba entre una tabla vieja bajo la cama de Adrian, junto con su tarjeta de la biblioteca y el cofre de su abogado muerto. Allen se había disculpado diciéndole a Adrian que la señora Giles estaba haciendo una especie de “guardia” en ese pasillo y que no lo dejó pasar hasta después del desayuno. No tuvo otro remedio que ir al dispensario a dejarlo allí.

Adrian le pareció extraño. Ni siquiera sabían que tenían un dispensario aquí. Pero por otra parte, había algo que en la historia de Allen no cuadraba y era aquella sensación de que alguien estaba en la habitación. Eso explicaría porque la señora Giles estaba de guardia en el pasillo. Nunca pasaba eso salvo aquella vez cuando Matt Carton escondió drogas en su colchón. La señora Giles se había visto obligada a revisar cuarto por cuarto. No dejaban subir a nadie hasta que aquella inspección terminara. Obviamente encontraron el paquete y Matt fue enviado al campo, a una especie de “sucursal” del orfanato hasta que cumpla la mayoría de edad.

Mayoría de edad. Un mes. Estaban a 22 de noviembre. Adrien cumpliría los 18 en diciembre. Sería libre esa Navidad. Pero aún no sabía dónde pasarla. No tenía hogar, ni parientes –vivos al menos no –y el dinero de sus padres estaría congelado en el banco hasta al menos, tres semanas después de su cumpleaños.
Crecer apesta.

Adrian dio un sorbo a su Coca-Cola antes de que la pelota esponjosa de Nathan le chocara en la mejilla.

― ¡Oye! ¡Tierra llamando a McClain! –dijo Nathan mientras se sentaba al borde de la litera superior.

Adrian escupió algo de la Coca-Cola debido al impacto, luego, buscó la pelota y se lanzó a Nathan con más fuerza.

― ¿Qué te pasa? –reclamó Adrian mientras sacudía las gotas de su sábana.

― Eso te pregunto yo –dijo Nathan –Has estado raro desde que te llegó ese paquete de tu abogado.

Adrian no le había dicho nada a Nathan de la muerte de Pietri ni de la carta que había recibido. En parte porque no era de su interés. Y otra, porque casi nunca acostumbraba a hablar de ello. Era bastante reservado y guardaba muchas cosas en su mente.  Cosas que Nathan no podría, ni querría entender.

Ambos compartían esa característica. No hablaban del pasado. De todas maneras de qué sirve. Solo abre heridas y las vuelve más profundas. Y es suficiente con estar encerrados allí. Esa era la verdadera razón de su amistad.

Despreciaban su suerte.

Allen abrió la puerta con cuidado y entró en la habitación. Tenía una cazadora marrón y unos vaqueros negros. Además de una expresión ausente en sus ojos.

Caminó a lo largo de la habitación y se acomodó en su cama soltando un suspiro mientras ambos brazos cubrían su rostro. Todos estaban pensativos por alguna razón. Adrian por los dos últimos días, Nathan por una chica y Allen por algo que rondaba su mente.

Todos hablando en sus pensamientos. Sin decir una sola palabra en la realidad. Y este silencio, se prolongó por varios minutos. Nadie quería decir nada, de todas maneras, eran sus pensamientos. Ajenos a los demás.
Nathan fue el primero en mostrar algo más que un debate interno. Se incorporó en su cama y empezó a caminar hacia la puerta de salida, y para la sorpresa de sus dos compañeros, cerró la puerta tan ligeramente que no perturbó a los otros dos que estaban allí.

Adrian miró la puerta blanca y escuchó pasos alejarse. Y justo cuando sus oídos no captaron ningún rastro, se levantó de la cama y abrió su escondite. Sacó el libro y lo puso sobre su cama mientras sellaba de nuevo aquella tabla. Allen ni se inmutó. Seguía tan quieto con una estatua y tan frío como un bloque de hielo. Los ojos azules de Adrian se centraron en su compañero un segundo y luego se encogió de hombros y abrió el libro donde había quedado: “Poderes”

Suspiró y empezó a centrarse en su lectura, de todas maneras no tenía mucho tiempo.

― No te entiendo –dijo Allen cortando el silencio. Sin embargo su postura seguía siendo la misma.

― ¿Entender qué? –preguntó Adrian tratando de leer unas pocas palabras.

― El por qué te importa demasiado que Nathan te vea con el libro. Es normal que alguien lea algo en su vida ¿no?

Adrian hizo una mueca.

No ocultaba el libro específicamente por el hecho de que Nathan lo fuera a encontrar y lo calificaría de nerd. Sino porque era algo de él. Algo personal y algo que sinceramente no podía explicar con palabras. La sensación que le producía leer esas palabras, como si esas páginas estuvieran impresas en su interior.
Era algo personal. Quería ocultarlo como a todo lo que le pertenecía de esa manera tan personal.

― En realidad… tampoco es lo que piense él. Es algo mío –soltó Adrian en medio de sus pensamientos.

Allen relajó la mirada y dibujó una media sonrisa en su rostro. Al parecer no lo iba a juzgar de esa manera.

Luego de ello reinó de nuevo el silencio. Que de nuevo, Allen rompió.

― ¿Nathan tiene novia? –preguntó.

La expresión de Adrian cambió de confundida a extrañada. ¿Desde cuándo Allen se interesaba por la vida personal de Nathan?

― Sí, Chelsea –respondió con una sensación fría en la espalda. Solo su nombre brillaba de desesperación.
Allen soltó un sonido y luego rió.

― ¿De qué te ríes? –preguntó Adrian.

― De que le gusta Clea –admitió Allen de nuevo con una risita.

Adrian abrió los ojos e hizo un gesto de sorpresa.

Con que la chica rara eran del tipo de Nathan. Raras y con extraños brillos sobrenaturales en los ojos.

Adrian pensó en Melody y se tragó sus palabras mentalmente.

Ok, Ok sé que me he demorado con esto pero la verdad estoy muy feliz por el resultado.
Y aqui mi compensación

OMG OMG OMG!!!
Jace :Q
AMOOO! Estos libros y he de admitir que necesito urgente algo más.... Una maquina en el tiempo para que sea 23 de agosto del otro año me vendría bien.
Y ya que estoy taaaan emocionada con este temita, haré una encuesta.... 




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