Liam se ofrece para la guardia.
Salimos con algunas linternas. Nos dividimos
en dos parejas. Dan y Light. Seth y yo. Light protesta al principio pero luego
accede. Ellos se marchan por el riachuelo. Seth y yo nos vamos por las ruinas a
buscar al chico del 10, responsable de la muerte de Hilly. Seth lleva una
espada grande y yo el arco y un carcaj por si acaso. Está oscuro y llevamos
unas gafas especiales para ver en la oscuridad. El paisaje es extraño, columnas
de piedra, paredes casi completas, letreros, restos de casas y otras cosas.
Esto es el paredón.
Me quedo en silencio y cargo el arco. Seth se
queda a mi lado y nos ponemos en medio de una pradera. El silencio es
sepulcral. Un ligero viento nos golpea en la cara y es cuando escucho pisadas.
Apunto con el arco hacia una de las ruinas.
Seth camina con ligeros pasos hacia el lugar y veo al chico del 10. Tiene un
pequeño cuchillo. Nada de qué preocuparse. Consigo hay una mochila de color
negro. Está dormido. Está oscuro así que lo único que veo es su corto pelo y
sus facciones grandes.
Nos quedamos quietos.
Un momento de suspenso antes de la muerte. La
gente debe estar pegada de la pantalla.
En ese momento aparece un muto. El chico del
10 se sobresalta justo antes de que Seth le corte la cabeza con la espada.
Suena el cañonazo, tomamos su mochila y empezamos a correr.
El muto es una mezcla de una serpiente y un
puercoespín. Sus 4 pares de patas son escamosas y grandes. Tiene una lengua de
serpiente que saca una sustancia viscosa; sus grandes espinas tienen una
espacie de veneno brillante que se ve incluso en la oscuridad, sus ojos quieren
sangre y es de nosotros. Disparo la flecha que tenía preparada pero solo se
desintegra en cuanto toca su piel.
− ¡Un basilisco venenoso! ¡Corre! –grita Seth.
Empezamos a correr dando largas zancadas.
El prado se empieza a hacer largo en cuanto
nos acercamos a la Cornucopia. Me siento atrapada y con la adrenalina al
máximo. Estoy segura que estamos por
llegar al riachuelo cuando una trampa cae sobre nosotros.
− ¡Mierda! –gruño y me percato que Seth se ha
salvado de la trampa.
Hago silencio en cuanto escucho al basilisco
estar cerca de mí. El pasto es muy alto y me oculta sin embargo si da un paso
más. Estoy muerta.
Cierro los ojos y contengo la respiración. Me
quedo como una estatua. Esperando un rasguño o lo que sea pero en su lugar hay un
gruñido grotesco proveniente de la criatura a mi espalda. Esta cae a mi espalda.
− ¡¿Estas bien?! –la voz de Light me coge
desprevenida.
− Sí –mi voz es ronca –Estoy bien.
− ¡¿Qué era esa maldita cosa?! –escucho la voz
de Dan en alguna parte.
− Un basilisco venenoso –responde Seth.
Light corta la red y me ayuda a levantarme. Me
abraza fuertemente mientras suelto un suspiro de alivio.
− ¿Un basilisco? –pregunta Dan
− Son monstruos, mutos, creados en el
Capitolio. Son extremadamente venenosos y letales. Su veneno está impregnado en
cada una de sus extremidades y es letal. Te quema la piel y te la infecta. No
es muy amigable tampoco –responde Seth.
Dan resopla y hace un sonido de asco cuando
nos ve a Light y a mí abrazados. Ella y Seth empiezan a marcharse. Yo empiezo a
caminar junto con Light. Él me ayuda en la zona de ruinas. Llegamos a la
Cornucopia. Dan y Seth van junto a Liam quien parece emocionado por los
detalles. Light insiste en llevarme a la pequeña cascada. Lleva una mochila
llena de medicinas y me carga. Lo miro fijamente hasta llegar a la cascada.
Me deja sobre una roca y me quedo mirando la
cascada. Quisiera apartarnos de todo y besarlo pero tengo que hacer como si
hasta ahora empezara a surgir algo.
− Gracias por salvarme –digo.
− Déjame verte –responde mientras me limpia
una pequeña herida en mi frente. Lo miro de nuevo.
Me percato que tiene el brazo ensangrentado.
Toco rápidamente su herida y él suelta un gruñido.
− ¡Por Dios! ¿Qué te pasó? –pregunto alarmada.
− Dan iba a capturar a un Tributo. No sé cuál.
Una chica, creo y lanzó un cuchillo –se ríe entre dientes –No tiene buena
puntería así que…
− Déjame vendarla –pido. El objeta pero tomo
su brazo y le limpio la sangre, le aplico un poco de spray para evitar la
infección y luego la vendo.
Corto la venda con un cuchillo y luego la
guardo en la mochila. Me quito las botas y sumerjo los pies en el agua helada
del riachuelo. Cierro mis ojos pensando que nada de hoy es real. Maté a chicos
inocentes. Sin piedad. La gente del Capitolio debe estar amándome y los
Distritos odiándome. Salvo el mío –pienso.
− ¿Te encuentras bien? –pregunta Light a mis
espaldas
− No realmente –respondo. No puedo decirle que
me siento mal por haber matado a alguien, me rastrearían y me matarían con
alguna de sus trampas. No es conveniente.
− ¿Quieres hablar de ello? –insiste él.
Suspiro buscando alguna cosa que decirle.
− Nunca… pensé que pasaría esto –digo.
− Nadie lo hizo, Ivy –responde acomodándose a
mi lado –Esa es la idea. Somos cazadores. Sobrevivientes. No podemos
permitirnos pensar. Solo actuamos.
Lo miro y él hace lo mismo. Sus ojos me dicen
que sus palabras no le pertenecen. El Light que me quiere, el chico dulce,
permanece allí. Solo que no puede salir por completo.
Quiero que salga ya. Una voz, la de Dima me
dice: Es muy pronto. Pero los Juegos son tan impredecibles que puede que esta
noche estemos y mañana quizá no. La vida es impredecible. Y también lo que voy
a hacer.
− Entonces… actúa –digo.
Nos acercamos poco a poco.
− No es tiempo –susurra Light antes de darme
un beso en la mejilla.
Miro la piedra destrozada. Un vacío interno.
Light se levanta y empieza a caminar hacia la
Cornucopia. Unos cuantos pasos y se detiene en seco. Se vuelve y me mira
arrepentido. Sé que ya no hay cámaras. Debe estar pasando algo más interesante.
Pare tan distante que duele.
Los Juegos cambian todo y nada.
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