jueves, 17 de mayo de 2012

Capítulo IX

Aquí esta el Nueve! Es largo, compensando el anterior que fue algo corto. Me inspiré y tengo un capi muy romántico. Difruten Tributos!





Nuestras miradas se cruzan y no soy capaz de contener las lágrimas. Lo veo recoger los pedazos del jarrón lleno de agua esparcidos en el suelo. Me lanzo a ayudarlo. Veo sangre surgir de sus manos y me preocupo. Tomo aquellas manos de color crema que no tocaba hace más de diez años y las examino con cuidado. El las aparte y se lleva un dedo a los labios indicándome que haga silencio. En el Capitolio nadie tiene permitido tratar con avox de semejante manera. He escuchado de Carmel y a muchos entrenadores soberbios como los del cuatro, gritarles a ellos e incluso golpearlos como si fueran animales. Yo no soy muy buena tomando parte de una discusión pero en este caso. Solo puedo decir que son seres humanos.
Loren me mira con sus ojos marrones. Parece feliz de verme y yo, estoy conmocionada. Sin embargo no puedo darme el lujo de preguntarle qué ha sido de él en tantos años porque sé que por más que quiera. No podrá responderme. Él abre su boca y veo sus dientes blancos y nada más. Su lengua desapareció. Mutilaron su boca para asegurarse de que jamás pudiera decir algo en contra del Capitolio. Doy un golpe al suelo lleno de pedazos de jarrón y me corto una mano. Loren me ve y me examina con cuidado. Saca una toalla blanca de su bata roja y me la pone en la palma sangrante. Me ayuda a levantarme y me indica que me acueste. Sale de mi habitación dejándome sola con una tristeza y alegría infinita. La primera, producto de ver su tortura y la segunda por saber que está vivo. Ahora los estúpidos Juegos no valen nada. Nada tiene sentido con esto al descubierto.
Luego de unos minutos. Loren vuelve a entrar en la habitación con una pomada de olor a menta. Unas vendas y seguido de otra chica avox de pelo rubio y ojos marrones. Su apariencia me recuerda a Light y más que todo a…
Melanie.
Miro a Loren y me estremezco. El niega con la cabeza diciéndome que no es quien yo creo. Loren me aplica la pomada en mis manos y me retira aquella toalla ensangrentada. Me pone una venda sobre los cortes mientras que la chica rubia me aplica un spray en los pies y los masajea lentamente. Escucho a Light gritar de preocupación en frente de mi habitación.
− ¡¿Dónde demonios está?! –grita cuando la chica avox rubia cruza la habitación con la toalla ensangrentada y el desastre consigo -¡Ivy!
Loren me mira y señala con la cabeza a la puerta. Le señalo mis labios y el levanta las cejas y sonríe con complicidad. No puedo evitar devolverle esa sonrisa que me acompañó desde que era una niña pequeña. Es muy agradable verlo de nuevo.
Loren se levanta y se marcha. Lo tomo de la muñeca. El niega con la cabeza ligeramente y luego lo suelto. Veo en sus ojos marrones que más tarde nos veremos así que lo dejo marchar.
Light entra y cruza miradas con Loren, pero no parece importarle, ni siquiera recordarlo. Lo único que ve es a mí. Tendida en la cama con las manos vendadas. Le doy una última mirada a Loren quien sonríe y cierra la puerta a sus espaldas.
− ¿Estas bien? –Pregunta con un atisbo de histeria –Siento haberte dejado sola y también…
−Yo no –respondo siendo lo más sincera posible. Sé que no estuvo bien para él, pues él considera que Kirk y yo no tuvimos el tiempo que nos correspondía, pero…   
Pero no me siento así. Ni culpable, ni enojada. Solo que, supongo que no era el momento… Pero algo de Loren me hizo ver que nunca hay momentos específicos para las cosas. Porque no sabes si vivirás o podrás disfrutarlos.
Kirk puede estar esperándome en casa con rosas y un montón de cosas por vivir. Pero por más que pienso en ello, no puedo verme en esa situación. No así, no con las probabilidades que tengo de salir de esta prisión de secretos, misterios y muerte. Quizá llegó demasiado tarde para mí. Quizá el hecho que Light esté aquí, en el Capitolio. Días antes de mí “no-esperada-muerte” es algo que la vida me quiera decir. El ver a Loren cambió todo.
No hay segundas oportunidades –pienso. Miro los ojos de Light, marrones profundos con brillos en tonos ámbar. Él toma mis manos  entre las suyas. Duelen pero no puedo evitar sentirme avergonzada. Era increíble como en tan solo unos pocos días. Este chico desconocido de la Cosecha quien me conocía más que yo misma. Quien se sacrificaría por mantenerme tal y como estoy ahora. Cómo tan solo el hecho de que me dijera que me quería parecía bastar en medio del caos. La vida me quería junto a él ahora.
Y yo también.
Sin pensarlo lo beso. Sus labios son suaves y tiernos. El sabor a manzanas sigue allí y sé que se alegra de que le haya respondido así. Toco su mejilla con mi mano y siento sus brazos hacerse alrededor de mi cadera. Lo beso sin pensar en nada más que en el ahora. Puede que vivamos. Puede que regresemos. Puede que Kirk me espere.
Pero no puedo hacerlo yo.
Él es el primero en apartarse. Me mira con un brillo inusual en los ojos. Nos miramos el uno al otro. Ambos sonreímos antes de escuchar a alguien acercarse a la habitación. Las voces de Dima y Nial irrumpen en la habitación.
− Hola chicos –dice Nial mirándonos. Dima abre los ojos sorprendida por lo que noto la poca distancia que hay entre los dos.
− ¿Interrumpimos algo? –pregunta Dima.
Me aparto un poco de Light.
−En realidad solo estábamos hablando –digo. Dima asiente lentamente mientras que Nial no parece muy convencido.
−Bueno, solo queríamos avisarles que Rya y Colt vendrán en unos minutos para sus trajes del Show de Talentos –dice Nial –Light es mejor que esperes a Colt en tu habitación. Vamos
Light me mira antes de despedirse con una sonrisa.
− Adiós
− Hasta mañana –respondo
Nial y Light desaparecen. Dima me mira con una sonrisa de complicidad. Al parecer tiene algo que decirme.
Nos quedamos en silencio. Miro mis pies y los toco. Me quito las vendas y veo mis manos totalmente curadas.
− ¿Me dirás qué pasa entre él y tú? –pregunta cruzándose de brazos.
− ¿Tengo que? –hago una mueca.
− Creo que no es momento de guardarnos secretos. He sido sincera contigo –dice.
Recuerdo sus conversaciones nocturnas con Nial y Rya y me hace enfurecer.
− Y yo creo que me estás diciendo mentiras –ella me mira sorprendida –No creas que he sido tan tonta. Tus conversaciones nocturnas son tanto tuyas como mías, o bueno, me implican todo el tiempo así que…
En ese momento llega Rya con mis estilistas. Le dedico una mirada a Dima quien se marcha con la cabeza baja. Dejo que se marche sin ni siquiera mirarla. Trato de parecer relajada con Rya. Por lo menos ella parece menos entrometida que Dima. Rya me toma unas medidas. Confirma en su cuaderno antes de traer una bolsa grande. Saca un vestido asombroso de bailarina. Con decorados en espejos en la parte delantera. Lo acompañan unas zapatillas rojas. Hay un tocado de diamantes y ónices. Es una corona que pasa por toda mi frente.
Me lo pongo y me queda perfecto. Me miro en el espejo de cuerpo entero y suelto un suspiro de asombro. Rya me ha convertido en una princesa bailarina. Le doy un abrazo. A pesar de lo que me oculte tiene algo que me hace sentir agradecida y no sé por qué.
Ella me abraza y luego se despide al igual que los estilistas. Ellas se marchan y luego entra Loren con mi cena. Aparentemente las cosas están bastante tensionadas entre todos. Nadie quiere ver a nadie. O bueno, yo sí quiero ver a alguien.
Le pregunto cosas cuya respuesta sea afirmativa o negativa. O bueno las susurro. Le pregunto si Light ya comió y el me mira divertido. Asiente lentamente antes de irse. Tomo un baño y examino mis pies totalmente curados y sin dolor.
Me pongo unos shorts blancos, unas pantuflas negras y un jersey naranja. Salgo a mi habitación y veo los platos de mi cena sobre la cama. Decido recogerlos y llevarlos a la cocina. Está oscuro y camino con cuidado hasta la cocina. Dejo los platos en el lavabo. Mi corazón se estremece en frente de la habitación de Light. Me dispongo a tocar cuando mi puño se detiene a pocos centímetros de tocar la puerta. Debe estar dormido. No puedo molestarlo. Suspiro y bajo la cabeza. La puerta se abre y lo veo. Está sin camisa, tal y como en la práctica de esta mañana. Trae unos pantalones grises y no lleva zapatos. Nos miramos y luego sonreímos.
−Iba a tu habitación –dice –Necesitaba preguntarte algo.
− ¿Sí?
− Lo que pasó hace un rato en tu habitación… y esta mañana en las prácticas… ¿Fue real? –Le sonrío –Me refiero a que… ¿Los sentiste real?
Él espera una respuesta de palabras. Yo solo lo beso de nuevo. El me devuelve. Siento vértigo y felicidad. Ya no estoy confundida. Nunca más.



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